Una historia que no muchos saben pero que tienen que saber
Los años bisiestos ayudan a que el calendario anual se mantenga según sus estaciones. Los calendarios que usamos los humanos suelen tener 365 días; el solar, o tropical, que influye en las estaciones es de unos 365.2422 días.
Aunque esas centésimas no representen mucho, ignorarlas provocaría que, con el paso de los años, las estaciones no coincidirían en los mismos meses todos los años. Para lograr sincronizar año solar con año cronológico, cada 4 años el año pasa a tener 366 días en vez de 365, de este modo las estaciones no se confunden.
En el calendario occidental, el más extendido en todo el mundo desde el siglo XX, los años bisiestos son aquellos cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4 (2012/ 4= 503), exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800, 1900) donde a su vez también se exceptúan aquellos divisibles por 400 (1600, 2000, 2400) que sí serán bisiestos.
Esta práctica se inició en la Antigua Roma, con el establecimiento del calendario juliano, que empezó a aplicarse por Julio César en el año 46 a. C. El sucesor del calendario juliano, el gregoriano, también incluyó los años bisiestos, uno cada cuatro años.
El actual sistema del calendario gregoriano prácticamente iguala los días fraccionarios del año solar y el calendario del año bisiesto saltándose de vez en cuando un día bisiesto. Este sistema produce una duración anual media de 365.2425 días, solo medio minuto más largo que el año solar.